sábado, diciembre 16, 2006

El extraño liderago de Marcelino Iglesias (III)

Aunque sigue utilizando a conveniencia la amenaza del trasvase, Marcelino ha eludido durante estos dos últimos años cualquier referencia a la amenaza del PHN socialista, mucho más grave que el PHN popular, puesto que podría llegar a suponer una exigencia de caudales para el Delta equivalente a cuatro trasvases. Y de no ser por la iniciativa de la oposición, Marcelino hubiera permanecido callado.


Una de las bazas con las que juega Marcelino Iglesias es la desinformación de los aragoneses. En ese sentido debe admitirse que nos ha “cogido las medidas”. Sin duda, hay dos cosas que conoce perfectamente: una son sus propias limitaciones, de las que él es más consciente que nadie. Y la otra es la apatía de los aragoneses, su conformismo y la ausencia de ese esfuerzo deliberado y consciente que exige el estar bien informados. Frente a esa apatía, y con sus limitaciones, la táctica del camuflaje a la que yo aludía en la primera parte de esta serie funciona a plena satisfacción. Es, quizás, la más conveniente para él.

En el tema del agua, la postura del Partido Socialista es bien conocida. Frente a las propuestas trasvasistas de la década pasada -que Marcelino apoyó “con entusiasmo”- se ha producido un cambio de criterio, que cuenta con la ventaja de ir a favor de la arraigada oposición aragonesa a ceder caudales. Ello favorece a Marcelino, en la misma medida en que pueda perjudicar a los socialistas valencianos y murcianos. Marcelino está, por tanto, de suerte.

También se conoce la postura que al respecto mantiene Esquerra Republicana, de frontal oposición al trasvase. Sin embargo no se conoce, porque se ha ocultado deliberadamente, su oposición al Pacto del Agua aragonés. Pero se ha dicho expresamente por sus representantes en el Congreso de los Diputados que el Pacto del Agua era más lesivo para el Delta que el propio trasvase. Está dicho y recogido en el Diario de Sesiones. Y ambas condiciones, la derogación del trasvase y la eliminación de la Reserva Hidráulica del Pacto del Agua, han sido exigencias de Esquerra Republicana para apoyar la investidura de Rodríguez Zapatero. Y sabemos que Rodríguez Zapatero cumple sus compromisos con los nacionalistas. Lo que pasa es que a la primera de las exigencias se le ha dado una conveniente publicidad, mientras que la segunda se ha ocultado, contando con las tradicionales apatía y desinformación aragonesas.

Ambas cosas pues, Trasvase y Reserva, han sido eliminadas del PHN ante el ingenuo entusiasmo aragonés. Hemos preferido no dar agua, aún a costa de que nos priven de la garantía de que nuestras necesidades serán atendidas. Pero es que sólo nos hemos enterado de lo primero. Y ante las iniciativas del PP para que la Reserva Hidráulica se mantuviera, ya hemos visto cuales han sido las contradictorias actuaciones del PSOE en Aragón y Madrid: en Aragón a favor y en Madrid en contra. El mismo día, insisto.

Pero es que, además, la disposición adicional décima de la Ley que modificaba el PHN (Ley aprobada por el procedimiento de urgencia del Decreto-Ley), contempla la determinación bilateral del caudal ecológico del Delta entre el Gobierno español y la Generalitat, rompiendo por primera vez en España desde la creación de las confederaciones hidrográficas el principio de unidad de cuenca. Es, como digo, la primera vez que se rompe y sólo en el Ebro. En el Diario de Sesiones de las Cortes de Aragón que recoge el debate del día 21 de abril de 2005 hay algún sorprendente ejemplo de que los propios diputados socialistas desconocían ese significativo detalle. Cuando Antonio Suárez lo exponía en la tribuna de oradores, los diputados socialistas lo negaban desde sus escaños. Figura en el Diario de Sesiones. El jueves, día 14 de diciembre de 2006, un año y medio más tarde, todos los grupos, incluidos los socialistas, apoyaban una proposición de ley (que deberá ser enviada al Congreso de los Diputados) a iniciativa de PP e IU para que se incluya esa Reserva en el PHN.

Las consecuencias de ese sistema de fijación de caudales pueden ser gravísimas. El caudal ecológico obliga aguas arriba y pudiera darse el caso de que en época de sequía hubiera que desembalsar agua para garantizarlo en el Delta, incluso a costa de los regadíos aragoneses. El Plan Hidrológico del PP, PHN-2001, consideraba para el Delta un caudal ecológico mínimo de 3.153’6 hm3/año (100 m3/seg.). Estudios de la Generalitat de esa época reclamaban 4.100 hectómetros cúbicos, mientras que algunas de las propuestas actuales llegan a pedir casi 11.000 hectómetros cúbicos (aproximadamente 350 m3/seg.). Es obvio que esa cantidad no sólo hace inviable cualquier trasvase sino que hipoteca la Reserva Hidráulica del Pacto del Agua. Incluso sería cuestionable poder mantener ese caudal en épocas de estiaje sin recurrir al desembalse en Aragón. Otras reclamaciones catalanas más modestas llegan a 7.000 hectómetros cúbicos, sumando el caudal de cuatro trasvases a lo contemplado en el PHN-2001.

Pero además, el caudal, insisto, se fijará, de cumplirse las previsiones legales, de espaldas y al margen de los órganos de gestión de cuenca y del resto de las comunidades de la misma. Es más, noticias recientes de la prensa aragonesa alertaban de que ese caudal puede estar a estas fechas ya pactado entre el Gobierno y la Generalitat, de forma secreta como suele negociar Zapatero. De ser así, la reciente iniciativa parlamentaria aragonesa puede llegar incluso tarde.

¿Desconocía Marcelino estas cuestiones, de la misma forma que sus diputados? No es creíble, aunque sí posible, conociendo sus capacidades y dedicación. En cualquier caso, es significativo, primero, que mientras otras comunidades afectadas han recurrido el nuevo PHN socialista y el propio Estatuto catalán por las atribuciones hidráulicas que se arroga sobre el Ebro, el gobierno aragonés ha permanecido pasivo; y segundo, que la iniciativa de la proposición de ley (que es un procedimiento claramente más blando y amigable que el recurso) no haya procedido siquiera del gobierno, sino de la oposición. Marcelino, camuflado de nuevo, ha renunciado a ejercer el liderazgo y la responsabilidad que le corresponderían, aunque se haya sumado a esa iniciativa. No tenía otro remedio.

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