domingo, enero 21, 2007

Frases que hacen pensar

Los periódicos del domingo de hoy abundan en reflexiones de un amplio elenco de articulistas. Y entre todas las colaboraciones, quiero destacar tres reflexiones, a mi juicio certeras. De las que hacen pensar.

1.- Pedro J. Ramírez en su habitual carta dominical en El Mundo concluye con una frase demoledora: “...cómo [...] hemos podido llegar a convertirnos en la democracia más estúpida de Europa”. En el espacio en blanco posterior al “cómo”, da la clave -no era una pregunta, sino una afirmación-: “a base de transferir poder y más poder a las minorías nacionalistas que no tienen otro empeño sino la destrucción del proyecto constitucional común”.

¿Somos la democracia más estúpida de Europa? Hace unos pocos años lo hubiera negado, aunque ya apuntábamos alguna tendencia. Hoy lo afirmo, con tristeza, pero con convicción.

- Somos la única democracia donde los okupas son vistos con simpatía y comprensión por los poderes públicos, casi alentados.

- Somos el único país occidental donde se puede hacer un acto de homenaje público con total impunidad a una asesino en serie como De Juana Chaos.

- Tenemos uno de los peores sistemas educativos de los países occidentales, con rendimientos escolares inferiores a los de países que destinan, porque no pueden, menos recursos que nosotros a la enseñanza. Tenemos, por primera vez en la Historia, una generación educativa (los alumnos nacidos en cinco años sucesivos) peor preparada que la anterior, algo insólito en cualquier lugar del mundo. ¿Hay algún propósito de enmienda, algún proyecto o intención de cambiar el rumbo o los principios de un sistema constatadamente fracasado? No, ninguno. Profundizamos en él.

- Tenemos uno de los niveles de dependencia energética más elevados de entre todos los países europeos, y además producimos y pagamos la energía a mayor coste que ellos. Es más, hemos de comprarles a nuestros vecinos, que la producen de forma más eficiente, limpia, barata y diversificada, recurriendo sin complejos a la energía nuclear, como una fuente alternativa más. ¿Nos planteamos estudiar el levantamiento de nuestra moratoria nuclear? En absoluto. Nos reafirmamos en ello.

- A base de transferir, como señala Pedro J., poder y más poder a los nacionalistas, hemos debilitado la nación y el Estado hasta límites que lo hacen escasamente viable. Es más, hemos creado un sistema asimétrico, y por ello mismo escasamente democrático, de recaudación fiscal y, ahora en el nuevo estatuto catalán, también de financiación que rompe con los principios constitucionales de igualdad de todos los españoles, de solidaridad interterritorial y de convergencia económica. ¿Tenemos algún propósito de revisión y corrección de esos errores? Ninguno. Más aún, incluso la derecha se suma alborozada en la feliz tarea de desguace del Estado.

¿Somos o no somos la democracia más estúpida de Europa?


2.- Manuel Martín Ferrand en el ABC escribe los siguiente: “Claro que, como afirma Baura, si, en los países desarrollados, la izquierda no fuera obediente y pastoril, sería la derecha”. Efectivamente, en España todos somos de derechas, incluidos quienes se consideran de izquierdas. Algunos de los burgueses más arquetípicos que conozco son votantes fijos de la izquierda, de la presunta izquierda. En un libro reciente, Federico Jiménez Losantos señala (cito de memoria) que la derecha es amante de la libertad y por ello mismo anárquica, menos uniforme que la izquierda y desconfiada de los políticos, incluso de los propios. La derecha, yo mismo, somos capaces de manifestarnos contra Aznar por la guerra de Irak. La izquierda nunca se manifestaría contra Zapatero, aunque les repugne. Y, eso sí, por lo demás viven exactamente igual que los de derechas, su compromiso social es tan profundo como el de la derecha o menor -es decir, prácticamente nulo- e incluso su ética pública es sensiblemente menor a la de la derecha: para la izquierda la Administración pública siempre ha sido un botín de guerra. La corrupción, aunque suele ser un mal común, ha llegado a ser un rasgo distintivo de la izquierda.

Pero lo que distingue a un militante de izquierdas es su servilismo casi estalinista a los líderes, su obediencia a las consignas, la ausencia de autocrítica. Es por eso que la izquierda se moviliza con esa facilidad. La derecha es descreída, liberal, desconfiada ante el poder y con tendencia a ocuparse antes de sus asuntos que de los públicos. La izquierda nunca deja de votar a los suyos. La derecha, cuando está descontenta, se desmoviliza. En una época en que los principios ideológicos han difuminado sus diferencias, quizás ser de izquierdas o de derechas sea más una cuestión de actitud ante la vida. Liberalismo y dignidad frente a servilismo. Individualismo frente a gregarismo.

3.- Jon Juaristi en el ABC dice lo siguiente: “...mientras el PSOE siga empeñado en ganar la batalla del Ebro”. Y sí, en ese empeño andan. Imbéciles. La frase es cierta y se comenta, creo, sola.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dada la extensión de su artículo, voy a contestar sólo a los fragmentos que considero más relevantes.
Del punto primero, me detengo cuando habla usted de la entrega de poderes a los nacionalistas. No se entrega a los nacionalistas, sino a las CC.AA. Cualquier sistema que se considere democrático debe descentralizar poco a poco los poderes para que se vayan acercando a la ciudadanía; si no es así, no es un sistema democrático. Respecto al segundo punto, no confunda términos. Es evidente que el psoe es pastoril, pero es que hace tiempo que le sobran la "S" y la "O". Si nos atenemos al programa político, el PSOE es la derecha y el PP la ultraderecha. Y, aunque los medios lo pasen por alto, la verdadera izquierda sí se manifiesta en contra de tanto del PSOE como del PP. Respecto a lo de que la izquierda siempre vota, le recuerdo que precisamente cuando la derecha gana es cuando hay abstinencia, si hay participación elevada gana el PSOE(que no la izquierda). Además no puede usted intentar que me crea ese argumento cuando yo he visto a la gente salir de misa e ir a votar en masa, y será casualidad que la derecha siempre tiene resultados muy similares, mientras que los de la izquierda fluctúan mucho más. Respecto a la última frase, prefiero no hacer comentarios.
P.D. Quiero dejar claro que mi intención no es ofender a nadie y, si lo he hecho, pido disculpas por adelantado. Mi único propósito es manifestar mi opinión

Oroel dijo...

Estimado y desconocido Pablo: considere mi blog como su casa. Puede expresar en él sus ideas libremente.

La frase resaltada en negrita sobre la entrega del poder a los nacionalistas no es mía, sino de Pedro J. Ramírez, aunque la asumo en su integridad. Si se ha llegado al grado de descentralización al que hemos llegado ha sido como consecuencia de la continua cesión a las demandas nacionalistas, quienes precisamente no aspiran a un Estado descentralizado, sino a su separación de él. Somos muchos, yo entre ellos, los que a estas alturas nos sentimos engañados. Yo voté la Constitución, y voté a favor, creyendo que votaba un marco estable de convivencia (aunque ello no descarta ni sus reformas ni su adaptación a los tiempos). Pero los nacionalistas no votaron eso, sino un proceso. Para ellos la Constitución fue un peldaño. Luego han hablado, y cada vez más abiertamente, de su superación. No desdeño ni rechazo su evolución, pero ¿siempre en el mismo sentido, siempre a favor de las demandas nacionalistas?

La descentralización política y administrativa tiene su justificación democrática en lo que se llama y conoce como “principio de subsidiariedad”: acercar el órgano de decisión al ciudadano. Pero, ¿acercarlo cuánto, hasta qué límites, indefinidamente? Obviamente, hasta el límite de lo posible, de lo económicamente viable, hasta el punto en el que ya no hay justificación democrática porque ya no se incrementa el control ciudadano sino el caciquismo, la influencia asfixiante de los poderes locales, el gasto descontrolado, el clientelismo. Observo con preocupación y extremo disgusto que como consecuencia de la loca e irreflexiva carrera emprendida por ZP o alentada por él, hasta los poderes locales del PP se han sumado a ella, ignorando las sabias y prudentes palabras de Rajoy y dejando su liderazgo “tocado” (en mi opinión). Antes de embarcarse en esa aventura, alguien, particularmente el presidente del Gobierno (y mejor de forma consensuada con la oposición) deberían haber definido el modelo global al que se pretendía llegar. Porque, ¿lo que puede resultar de esta aventura estatutaria va a ser mejor, más democrático, más justo, más igualitario, va a reducir los privilegios, va a ser, simplemente, viable?

No voy a entrar a valorar sus otras aportaciones. Yo nunca he ido a votar a la salida de misa. No voy a misa. Pero permítame que acabe con unas palabras de Julio Anguita, con las que quizás coincida: “La progresía ha sido el sumidero por donde se han perdido muchos de los valores de la izquierda”. Y es que, como usted, yo tampoco creo que los socialistas sean de izquierdas; son simplemente progres. O más concretamente, los “cerdos” que retrató Orwell en “Rebelión en la granja”, que debiera ser de lectura obligada en los colegios.


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