martes, marzo 27, 2007

Carod, el Sahara occidental, los referendos de autodeterminación...

La Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General, de 14 de diciembre de 1960 por la que se aprobó la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales es clara al afirmar que todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación y que en virtud de este derecho, determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural.

Este sencillo enunciado ha dado lugar a todo tipo de interpretaciones.

Primero, su mismo título se refiere a los pueblos “coloniales”. Invocar el derecho de autodeterminación de Cataluña o País Vasco invocando esta Resolución es cuanto menos disparatado, pues obliga a considerarlos pueblos coloniales, lo que obviamente nunca han sido.
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Esa inconcreta apelación a los “pueblos” ha sido otro de los clavos ardientes a los que se agarra el nacionalismo. Los pueblos. Ellos son, dicen, un pueblo diferenciado. Y el rasgo diferenciador más evidente es la lengua. El fallo es que ni el catalán siquiera es mayoritario en Cataluña, donde poblaciones como Santa Coloma tienen un 90% de su población castellanoparlante. ¿O pertenecen a dos pueblos diferentes los habitantes que hablan una lengua u otra? ¿O pertenecen al mismo pueblo los ecuatorianos, peruanos, argentinos y chilenos? ¿Y los franceses, senegaleses y belgas?

¿Y qué pasa con los países democráticos en donde toda la población disfruta de los mismos derechos políticos y civiles? ¿Puede entenderse que ya se encuentran autodeterminados y ejercen cotidianamente esa libre determinación? Ese sería, a mi juicio, el enfoque más razonable que cabe hacer de esa Resolución.

Pero, por si hubiera dudas, el artículo 6 de esa Declaración dice expresamente: “Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas”. Más claro, agua.

Carod anda tentando ahora a Convergencia i Unió con el gobierno de la Generalitat a cambio de un referéndum de autodeterminación para Cataluña. Un referéndum ilegal y que no tiene cabida en la Constitución. Tampoco en la doctrina de la ONU, legislación internacional en definitiva.

La invocación de Carod no es más que la demostración de nuevo del fracaso de la política contemporizadora de Zapatero; fracaso que se podía anticipar de la historia de las reivindicaciones nacionalistas. Si pensaba calmar su voracidad con la ofrenda del nuevo Estatuto, se equivocaba. Esa voracidad ni se calmó con la Constitución más descentralizada de Europa, ni con las sucesivas y crecientes transferencias, muchas de ellas imprudentes y excesivas. Tampoco ahora. Nuevas concesiones, siempre han traído nuevas exigencias. Se les debió parar mucho antes. Somos mayoría frente a ellos, y sin embargo, van ganado la batalla. Son ellos quienes obtienen lo que pretenden, y somos nosotros, los demás, los que no votamos nacionalista, quienes siempre cedemos. España se está configurando según sus deseos y apetencias, y no como desea la mayoría. Pero Zapatero llegó al poder sin esa lección aprendida. Otra más.
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Y hablando del derecho de autodeterminación, ahora el presidente Rodríguez Zapatero ha cambiado la tradicional posición española de acuerdo con el plan de autodeterminación para el Sahara aprobado por las Naciones Unidos mediante la Resolución 1495 del 31 de julio 2003 (el conocido como Plan Baker). Este documento y otros anteriores explicitan muy claramente que la solución del asunto del Sahara Occidental no puede ser realizado más que por la libre expresión de lo que elija el pueblo saharaui acerca de su porvenir a través de un referéndum de autodeterminación justo y libre.
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Sin embargo, en la reciente visita de nuestro presidente a Marruecos, éste dijo lo siguiente: “El Plan de Autonomía que propone el Gobierno marroquí es una buena base de negociación y un cauce adecuado para el pueblo saharaui”. ¿Hay algo que Zapatero no esté dispuesto a traicionar? Es claro, y eso lo sabemos en España, que autonomía no es lo mismo que autodeterminación. Incluso lo sabe Carod.
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Las consecuencias no se han hecho esperar: Argelia ha anunciado un próximo aumento del 20% en el precio del gas. El Rey se vio obligado a rectificar a Zapatero en su reciente visita a este país, en un intento poco gallardo para nuestra diplomacia de frenar las represalias. Un papel desairado el que se ha visto obligado a ejercer el Monarca.
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Pero es conocido el poco rigor lingüístico e intelectual de nuestro presidente, que inventa polisemias (dobles significados) incluso con palabras que no los tienen, que a los españoles no nos queda más remedio que soportar. Al menos hasta las próximas elecciones. Pero en el resto del mundo no tienen esa obligación. Y nos lo hacen saber.

1 comentario:

Aqueras Montañas dijo...

Enhorabuena por tu blog. Acabo de descubrirlo y me parece muy interesante.


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