sábado, junio 09, 2007

La renovación del PP aragonés (V)

Y por fin, de una forma contundente y sin medias tintas, Ángel Cristóbal Montes, señala las que considera que pueden ser las causas de la derrota del PP aragonés. Posiblemente no ande muy desencaminado.

Pienso, sin embargo, que se equivoca en dos cosas:

1.- Aragón no tiene la estructura social equivalente a la de las tres comunidades del sur, Andalucía, Extremadura o Castill-La Mancha, como para que pueda convertirse en un feudo permanente del PSOE.

2.- No creo que Marcelino Iglesias reúna esas cualidades de liderazgo que señala D. Ángel, o no al menos en un grado sobresaliente.

La causa real de su victoria y su afianzamiento es que a lo largo de sus dos últimos mandatos no ha sufrido una oposición digna de tal nombre, ni ha tenido enfrente un referente capaz de erigirse como alternativa.

"Llamar las cosas por su nombre, por Ángel Cristóbal Montes, en el Heraldo de Aragón del día 9 de junio de 2007

Tras el triunfo nítido de PSOE-­Iglesias en 2003, subsiguiente al quiebro hecho en 1999 que des­colocó al PP, pronostiqué en es­tas mismas páginas que Aragón entraba en la senda de convertirse en feudo socialista permanente, en la línea de Andalu­cía, Extremadura y Castilla-La Mancha. A la vista de lo que acaba de ocurrir, la impresión se refuerza sobremanera porque la victoria del PSOE y la derrota del PP han sido contundentes, demoledoras. Aunque pueda ex­trañar que, por la latitud en la que se halla, Aragón haya pasado a convertirse en parcela exclusiva del PSOE y aunque se encuentre tan lejos de las severas limitaciones de los otros feudos centro-sur, ello es así, y, como exige el realismo político, no existe otro tratamiento que su análisis a fondo y hasta descarnado.

¿Qué tiene el PSOE-Iglesias en Aragón pa­ra que, tras el hundimiento de 1993-1995, no sólo haya recompuesto el tipo sino pasado a ser claramente hegemónico? Varias cosas. Primera, versatilidad, maniobrabilidad, pac­tismo y mano izquierda. Segunda, un líder, Marcelino Iglesias, que no es un dirigente ca­rismático, pero tiene el suficiente grado de equilibrio, prudencia, sensatez y templanza como para inspirar confianza a un pueblo pragmático como es el aragonés. Y tercera, un acuerdo, más Iglesias-Biel que PSOE-PAR, que se ha demostrado tranquilo y estable, y que aúna el diseño ambicioso y la gestión efi­caz, y además sin dobleces mayores, algo realmente insólito en nuestra tierra.

¿Qué ocurre con el PP aragonés? Ganó en 1999, y se dejó arrebatar el triunfo casi sin un parpadeo. Perdió en 2003 con contundencia, y acaba de ser derrotado en 2007 de manera apabullante, casi sobrecogedora. No va a pre­sidir ninguna de las ocho grandes institucio­nes del territorio, ha experimentado un re­troceso escalofriante en el poder municipal y, no obstante contar con un importante vo­lumen de voto, ha retrocedido en todos los lu­gares, no ha conseguido la concentración pre­cisa de sufragios en sitio alguno y comprue­ba con estupor, en unas condiciones políticas objetivamente buenas para él y que han fun­cionado bien en otras partes de España, cómo la brecha electoral con el PSOE se agranda en 12.000 votos en la ciudad de Zaragoza y has­ta en 70.000 en Aragón.

La parte positiva del PSOE en su sonoro triunfo ya ha sido resaltada; procede ahora analizar la parte negativa del PP en su no menos sonoro fracaso. En Za­ragoza capital, los 4.000 votos de ventaja de Belloch sobre Atarés se han multiplicado por tres y convertido en .12.000 sobre Buesa. ¿Por qué? Pues en función de que al haber disputado Atarés la presidencia del PP a Alcalde, se prescindió de un candidato contrastado y eficaz y se apostó por otro, Buesa, sin expe­riencia y voluntarista. De paso, la lista de con­cejales perdió, sin razones válidas, sus dos miembros más significativos (Mur y Azcón). Frente a Iglesias, Alcalde jugaba en inferiori­dad de condiciones, porque durante seis años de oposición no acertó a doblegarlo ni a con­figurar una imagen alternativa, tranquila, honda, convincente, capaz de ilusionar a los aragoneses; con el añadido de que también sucumbió a la tentación de manipular a la ba­ja las listas de las Cortes.

¿Cuál ha sido el resultado de estos errores? Pues que al PP en el Ayuntamiento de Zara­goza y en las Cortes de Aragón no le han de­rrotado los votos socialistas sino la ausencia de votos populares, que, poco motivados por las circunstancias apuntadas, se fueron a la abstención o al sobre vacío. En Cortes, el PSOE subió menos de 400 votos y el PP bajó casi 15.000; y en el Ayuntamiento, el PSOE ha subido escasos 800 votos y el PP ha bajado más de 7.000. ¿Qué debieron hacer los candi­datos "populares" derrotados por los suyos? Pues lo que se hace en toda democracia seria: dimitir a las 24 horas siguientes a tan parti­cular y dolorosa caída, pues no hay peor de­rrota que la que te infligen los tuyos. Aposta­ron fuerte, jugaron sus bazas, parcializaron su opción, y perdieron: la consecuencia es de li­bro, sin que valgan excusas venidas de Ma­drid ni supuestas exigencias de las generales de 2008, que se verán mucho más resentidas por la permanencia de una situación que ha conducido al fracaso. Mas se habla de "satis­facción comedida" (Alcalde) y de estar "contento, satisfecho y confiado...para el 2011 (i!)" (Buesa), algo que lleva a pensar que, en oca­siones, hay que encomendar a Santa Lucía el mantenimiento de la visión política."


Harían mal los líderes del PP en considerar todas esas cartas y artículos como casos aislados. Detrás de cada uno que se decide a escribir, hay cientos, quizás miles de personas que piensan exactamente así.

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