sábado, agosto 11, 2007

Nuestro error histórico

Leí hace tiempo que todas las generaciones cometen su propio error histórico. A estas alturas, estoy convencido de que el nuestro no sólo es perfectamente identificable, sino que tiene nombre propio: autonomías.

Llevamos treinta años de democracia, que es tanto como decir de Estado autonómico, y éste ha entrado en crisis. Lo que pudo haber sido una razonable descentralización administrativa ha devenido, por la voracidad y la deslealtad nacionalista, en un modelo insostenible, hipertrofiado y altamente ineficaz. Si se ha logrado mantener ha sido gracias a que hemos disfrutado de uno de los más largos periodos históricos de desarrollo económico y paz social. ¿Qué pasará si estalla una crisis como la que amenaza estos días los mercados financieros mundiales?

Crisis total

Los problemas en Cataluña, una de las comunidades con un mayor nivel de competencias asumidas se amontonan:

Una avería en una estación de trenes en Barcelona provoca nuevos retrasos

Estos días he leído que en el pasado año 2006, en plena tregua de ETA, la creación de empresas en el País Vasco ha sido muy inferior a la registrada en el conjunto de España. ¿A que se puede deber esa desconfianza empresarial?

Frente a los políticos nacionalistas que pretenden demostrar con todos estos problemas la necesidad de nuevos traspasos de gestión, somos cada vez más quienes nos cuestionamos si no habría que replantear el modelo y devolver competencias indebidamente asumidas.

Sirera destaca que Cataluña tiene muchos más problemas tras un año de Estatuto

Las recientes reformas estatutarias parecen ir más dirigidas a satisfacer las ansias de poder de los políticos autonómicos que las necesidades ciudadanas.

La descentralización administrativa debería implicar, al menos en teoría, una mayor aproximación de los ciudadanos a la gestión de los asuntos públicos. Sin embargo, las potentes y cerradas oligarquías en que se han convertido los partidos políticos cierran cualquier posibilidad de participación, a cualquier nivel. Un sistema centralizado, por el contrario, permite extraer ventajas de la economía de escala, una mayor eficacia, agilidad de gestión y economía de costes. En un mercado globalizado, cada día más competitivo, con alternativas de participación como las que abre Internet, con comunicaciones que permiten desplazarse mucho antes a Madrid que a Teruel, habría que replantearse las ventajas comparativas de uno y otro modelo, y especialmente la experiencia acumulada a lo largo de estos años.

Internet es un ejemplo de cómo va desarrollándose una corriente de opinión cada vez más extendida, y de la que participo. ¿Qué partido político se hará eco de ella? Sé que los nacionalistas acusarán a quien pretenda cuestionar el Estado autonómico de involucionista, antidemócrata y directamente fascista. Y la democracia y esto tienen realmente muy poco que ver. ¿Son menos demócratas los franceses por tener un Estado centralizado?:

El coste de las autonomías

El fracaso de las AUTONOMÍAS... "Las nuevas TAIFAS"

Las autonomías nuevamente en tela de juicio

Contra el Estado de las Autonomías

Estos cuatro son sólo unos ejemplos. Hay docenas en Internet. La opinión, como digo, está cada día más extendida. Y la gente suele opinar con cierto sentido común.


Porque, efectivamente: ¿se han resuelto con ellas, con las autonomías, los problemas vasco y catalán? No, antes al contrario, se han exacerbado. Y se han creado problemas similares donde antes no los había. Los estados federales tienen éxito cuando existe un ingrediente imprescindible, que falta en España: la lealtad constitucional.

Se ha generado un cuerpo funcionarial hipertrofiado, con casi tres millones de empelados públicos, la mayor proporción de toda Europa. Un modelo a todas luces insostenible, que no sólo no agiliza la gestión sino que la enlentece. La
simplificación administrativa es ahora mismo uno de los objetivos de la OCDE, que choca frontalmente con la multiplicación de órganos de gestión que caracteriza el Estado autonómico: entes comarcales, empresas públicas, institutos autónomos, agencias especializadas, órganos consultivos...


PD: Decir que España es una nación de quinientos años es una falacia histórica. España ya fue una unidad política muchos siglos antes. Y la idea de pertenencia a una entidad superior y preexistente, que había que recuperar, fue una constante durante toda la Edad Media de la que participaron todos los reyes españoles: castellanos, navarros y aragoneses (incluso los condes de Barcelona o los reyes que luego se han considerado “padres” de una cierta identidad catalana). Jaime I de Aragón, Jaume I el Conqueridor, escribía lo siguiente: “Car nos ho fem la primera cosa per Deu, la segona per salvar Espanya, la terça que nos e vos haian tan bon preu e tan gran honor que per nos e per vos sea salvada Espanya”. Y hablaba sobre su padre: “Nostre pare lo Rey en Pere fo lo plus franch Rey que anch fos en Espanya”.Y todos los reinos cristianos peninsulares eran conocidos en el resto de Europa como “reinos españoles”. Realmente tenemos una historia común, como españoles, de más de mil quinientos años.

4 comentarios:

Daniel Terrasa dijo...

Gran entrada, sí señor.

El terrible error del actual estado de las autonomías fue dejar en manos de cada CA las competencias de educación, lo cual ha permitido que se adoctrine a varias generaciones de vascos y catalanes en el odio hacia España.
Ahora ya no son solo vascos y catalanes, también gallegos, canarios, baleares... E incluso aragoneses (recuerda al mexicano malo). Supongo que lo acabaremos pagando caro.

En cuanto a España... Etimológicamente se remonta a los fenicios (Spania). Para romanos, visigodos e incluso árabes, la península ibérica siempre constituyó una unidad geográfica y política.

Además, tanto vascos como catalanes se consideraban a sí mismos españoles hasta que, a finales del s.XIX y a raíz de la crisis de 1898, se comenzó a culpar de todos los males, no sin cierta razón, al estado centralizado. De ese modo se inició la exaltación de los regionalismos que alcanzó su expresión más demencial con Sabino Arana.

Perdón por el tostón y de nuevo enhorabuena por la entrada.

Oroel dijo...

El asunto es, Daniel, que en mis conversaciones privadas observo como la mayor parte de la gente empieza a estar harta de la deriva que han tomado las autonomías. Y la gente suele tener una percepción bastante correcta de la situación, porque el nivel de información que maneja es tan amplio y tan profundo -si se quiere- como el que manejan los políticos, que tampoco, por lo demás se seleccionan con criterios de excelencia.

El Estatuto catalán cuando se empezó a tramitar apenas interesaba a un 5% de los ciudadanos de esa comunidad. Y a pesar de toda la controversia suscitada al final fueron a votar menos de la mitad de los votantes, y se aprobó con el 33% del censo. Y en el caso del andaluz las cosas fueron parecidas. Es decir, el desinterés ciudadano en ambos casos fue clamoroso, y desmintió de forma bien patente el carácter prioritario que le concedieron los políticos. Los posteriores recursos interpuestos y algunas estupideces antológicas de los textos aprobados -las competencias exclusivas sobre el flamenco- dan la verdadera medida de la altura intelectual de sus promotores y redactores. Me temo que los ciudadanos, en general, somos más inteligentes que los políticos en quienes delegamos nuestra representación. Citaré a modo de ejemplo el caso del presidente de mi comunidad, Marcelino Iglesias, inane, planito, que lo más inteligente que hace (es un hombre prudente) es callarse: pues ahí lo tienes.

Pero más indignante me ha parecido la tramitación de algún otro estatuto, el aragonés por ejemplo. Aquí no se nos ha dado ni la ocasión de pronunciarnos o votar. No lo conoce ni Dios, e interesa menos aún. Y lo malo es que lo han apoyado todos los partidos, excepto Chunta Aragonesista, y éste por insuficiente (los de Chunta son los de “Aragón ye nación”). ¿Quién representa a todos los miles de aragoneses, a mí y a todos los que conozco y que casi sin excepción consideran que las autonomías han ido demasiado lejos, que habría que devolver transferencias y empezar a desmontar, siquiera parcialmente, el tinglado? Pues hay ahí un sector importantísimo de la población a quien no nos representa ningún partido. ¿Cuándo surgirá uno que, siendo intachablemente demócrata y progresista -que no de izquierdas- enarbole esa bandera? Ese día cambiaré mi voto sin ningún tipo de problema intelectual o moral (es más, esos problemas los tengo ahora cuando deposito mi voto entre dudas y reticencias, sin grandes entusiasmos, eligiendo sólo el mal menor).

Observa qué frase de uno de los artículos que he enlazado: “Pero las autonomías son el gran, inmenso, total, indescriptible, maravilloso e inagotable pesebre de la clase política”. Quizás sea esa la única razón de su pervivencia. Yo no encuentro otra.

En definitiva, Daniel, estamos ante un despotismo ilustrado, en donde los déspotas no son ni ilustrados siquiera.

Gracias por tu amable intervención y un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Completamente de acuerdo

Oroel dijo...

Este mismo texto lo he remitido a Aragón Liberal. Las respuestas que he recibido en ese foro me han parecido extraordinariamente lúcidas, bien escritas y dignas de mención.

http://www.aragonliberal.com/20070811-nuestro-error-historico.html

Creo que la idea de que las autonomías han excedido el límite de lo razonable y se han convertido en un verdadero problema que amenaza la existencia misma de la Nación española (que puede afectar a los ideales de alguno) y nuestro futuro y el de nuestros hijos (lo que ya afecta directamente a nuestros intereses) está más extendida de lo que los políticos quieren reconocer. Pero éstos viven aislados en su mundo.


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