jueves, agosto 02, 2007

Zona de sombras: financiación de los partidos políticos

Este pasado mes de julio el Heraldo de Aragón se hacía eco del reciente informe del Tribunal de Cuentas sobre la financiación de los partidos políticos durante el año 2004. De entre todo el informe destacaba un hecho significativo: que el PAR había recibido donaciones anónimas por un importe de 370.350 euros, es decir unos 61 millones de las antiguas pesetas. ¿Es posible tanta munificencia desinteresada? ¿Hasta esos extremos llegan las convicciones ideológicas de los mecenas del partido? ¿O es que tiene tantos?

El PAR recibió en 2004 donaciones anónimas por valor de 370.000 euros

Informe del Tribunal de Cuentas de 2004

He leído en fechas recientes la opinión del presidente del Tribunal de Cuentas cuestionando la existencia de las donaciones anónimas. Existen, según la Ley de Financiación de los partidos políticos, unos límites individuales que impiden -que prohíben, aunque realmente no impiden nada- que un donante exceda de determinadas cuantías. Pero el anonimato de las mismas invalida totalmente esa previsión. ¿Quién controla que un donante no haga dos o más aportaciones?

El Presidente del Tribunal de Cuentas desaconseja las aportaciones anónimas a los partidos políticos

Pueden hacerse sobre el particular numerosas consideraciones.

Pero hoy quiero retomar un tema que hace años suscitó mi interés y que, aunque todo lo referido a él ha prescrito y caducado, creo, considero de actualidad, porque el mal de fondo, las irregularidades denunciadas entonces no sólo no se han corregido sino que seguramente se han debido incrementar. No se ha puesto en marcha ninguna medida que permita acotar o impedir ese tipo de cuestiones, sino todo lo contrario. La discrecionalidad y la opacidad han aumentado desde entonces.

En el año 1993 se constituyó una Comisión de investigación sobre las adjudicaciones de contratos de suministros realizadas entre 1989 y 1991 por el Servicio Aragonés de Salud, cuyas conclusiones libraban a la Administración (Gobierno PP- PAR entonces) de cualquier responsabilidad. Todo, según aquellas conclusiones, se había realizado conforme a la legalidad. Desde entonces, nunca más he creído en las comisiones de investigación parlamentarias. Recuérdese, a modo de ejemplo, la que investigó los hechos del 11-M.

El voto particular del PSOE me resultó extremadamente significativo, y nunca entendí cómo ante esos hechos, al parecer probados sin sombra de duda, pudo concluirse la legalidad de las actuaciones. Pero así de sórdidas son las cosas de la política.

Dictamen de la Comisión de Investigación

En resumen y siempre según el voto particular del PSOE:

- Hubo un claro abuso de los sistemas de contratación directa, con solicitud de ofertas a unas pocas empresas de los sectores de suministros de material médico en unos casos y de material de oficina en otros, sin un criterio fijo.

- Aunque la Ley de Contratos del Estado prohibe la fragmentación artificial de lotes para eludir la publicidad y libre concurrencia -recurriendo en el caso de suministros de pequeña cuantía a la contratación directa- esto se hizo sin un criterio uniforme. En unos casos, para unos centros de salud y para suministros prácticamente idénticos, se empleó este método, y para otros no.

- Las empresas concurrentes estaban todas relacionadas. Es decir, las mismas personas participaban del accionariado de varias de ellas. No había, por tanto, competencia real.

- Aunque se argumentó con la inexistencia de más empresas suministradoras para justificar la escasez de ofertas solicitadas, lo cierto es que cuando los suministros se hicieron por el procedimiento ordinario, con publicidad y libre concurrencia, las empresas que participaron fueron mucho más numerosas.

- Hubo, en consecuencia, una asignación directa de los contratos, eludiendo la libre concurrencia y dando sólo la apariencia de que la había.

Pero todo ello, insisto, sólo aparecía en el voto particular del PSOE. Las conclusiones de la Comisión fueron que todo se ajustaba a la legalidad.

Sin comentarios.

Por si cupiera alguna duda, el órgano contratante, el Servicio Aragonés de Salud, dependiente del Departamento de Sanidad, se encontraba entonces en manos del PAR. Las cosas han cambiado desde entonces. Hoy gobierna el PSOE y no el PP. Pero el PAR continúa en el Gobierno de Aragón.

A partir de esos hechos, ajustados a Derecho según la Comisión, cada uno puede extraer las consecuencias que quiera, formularse todas las preguntas que considere oportunas o conjeturar hasta el infinito.

Formulemos una hipótesis: ¿es posible que un partido político llegue a pactar con empresas suministradoras, que obtienen sus contratos de forma irregularmente favorable, la posterior compensación de ese favor en forma de donaciones? Pues es posible. No digo que sea ese el caso. Sólo digo que es posible. Y que no existe posibilidad alguna de investigarlo, salvo que la fiscalía tome medidas. (¿Por qué no lo hizo cuando se creó aquella comisión parlamentaria de investigación? Si yo hubiera sido fiscal lo hubiera hecho) Porque los órganos ordinarios de control carecen de medios y de posibilidades legales y efectivas de actuación. No es lo más grave que ocurran ese tipo de irregularidades, sino que puedan ocurrir y repetirse ante la ausencia de controles efectivos. Hay una inmensa zona de sombra que permite este tipo de actuaciones, posiblemente delictivas.

En definitiva, los 370.350 euros que señala el Tribunal de Cuentas me han hecho recordar aquel asunto.

Porque desde entonces se ha creado un impresionante entramado de empresas públicas, cuya libertad de contratación es incomparablemente mayor que la que tiene -o tenía en aquel entonces- la Administración.

En al pasada legislatura hemos podido comprobar la absoluta opacidad con que actúan las empresas públicas aragonesas, que no rinden cuentas a las Cortes ni deben sufrir los controles a que someten los órganos de Intervención a la propia Administración.

Y hemos conocido las donaciones obtenidas por el PAR en el 2004. En próximos ejercicios conoceremos las de años posteriores.

Obsérvese que no he dado ninguna información que no pueda hallarse en Internet. Simplemente la he colocado junta, una al lado de la otra.

Siempre me ha sorprendido el efecto que produce colocar juntos sobre la mesa dos hechos de los que nadie, por la distancia entre ellos, hubiera sospechado ninguna relación. Basta con colocarlos juntos para, sin ningún esfuerzo intelectual significativo, hacer evidentes todas las conexiones posibles entre ellos. Y aunque no todas las posibles tienen por qué ser ciertas, muchas de ellas pueden ser incluso probables, inquietantemente probables.

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