domingo, octubre 28, 2007

¿Quién gobierna en Aragón?

Debo estar adquiriendo olfato periodístico, porque ayer escribía yo mi artículo “El poder en la sombra” y hoy el Heraldo publica el artículo que les reproduzco abajo. La fotografía del personaje está tomada del mismo periódico, escaneada.

Siempre he dudado de las cualidades intelectuales de nuestro presidente para ejercer el cargo que ocupa. Es más, siempre había creído que era Biel quien realmente ejercía como tal. Ahora tengo serios motivos para reconsiderar aquella suposición. Quizás es otro quien ejerce ese papel. En cualquier caso, parece obvio que Marcelino Iglesias no es más que un figurante que sólo aporta su buena planta y su imagen.

Es evidente que a Carlos Escó no le pierde la vanidad. Quizás es incluso demasiado inteligente para ello. Ama el poder, sin duda, porque si no, no acumularía tanto. Y a cambio de su trabajo y de su discreción, recibe unos ingresos nada despreciables que suma a los de su esposa, la consejera Almunia. Sin duda, también ama el dinero. Observen los cargos que ocupa. Lo normal, vamos.

La mano que mece el poder

Es el hombre clave del Gobierno au­tonómico en la práctica totalidad de los proyectos estrella en los ám­bitos logístico, urbanístico, estratégico, turístico, incluida la Expo 2008. Carlos Escó Sampériz (Huesca, 1955) ha estado siempre en el reducido grupo de personas de máxima confianza de Iglesias, desde que comenzó su trayectoria política a finales de los ochenta al frente de la Diputación de Huesca. Treinta años después, Escó es el eje por el que han pasado y pasar los grandes proyectos de la Comunidad Desconocido para el conjunto de la opi­nión pública, ha suscitado apoyos inquebrantables y mucho más que recelos entre la oposición. No en vano, su presencia y su control de las principales empresas públicas y sus relaciones con la flor y nata de los agentes económicos y sociales le han conferido un poder real que para sus adversarios es inquietante.

Su llegada al consejo de administración de Aramón amplía la larga lista de sociedades en las que está presente como consejero o consejero delegado. Y como no podía ser de otra manera, la mano derecha de Iglesias en los planes que configuran su proyecto de gobierno ha incrementado los resquemores de la oposición, especialmente del PP que no logra conseguir que las cuentas y las actuaciones de las em­presas de la DGA lleguen a las Cortes. Pese a todo, a Carlos Escó nunca se le ha podido implicar directamente con las polémicas vinculadas a las empresas públicas y nadie le ha acusado públicamente.

No le gusta salir en las fotos ni estar el primer plano. Escapa de la notoriedad, prefiere la discreción y el anonimato. Algo que ha logrado hasta la fecha para e conjunto de la opinión pública, pese a estar casado con la consejera de Educación y Cultura, Eva Almunia, con la que tiene una hija, y ocupar ahora los cargos de viceconsejero de Obras Públicas de la DGA consejero delegado de PlaZa y consejero de Plus (plataforma de Huesca), Platea (Terue), PlaZa servicios aéreos, Suelo y Vivienda, Zaragoza Alta Velocidad, Expoagua, Consorcio de la Expo, Comisión Delegada para Aragón 2008, Aramón, Terminal Marítima de Zaragoza, Consorcio Urbanístico de Canfranc, Sodemasa y Aragersa, entre otras.

En su currículo figura haber sido director de la Oficina Estratégica del Presidente de Aragón (2003-2007), tras haber conseguido éxitos como el lanzamiento de PlaZa al lograr la llegada de Inditex, por citar un caso. Fue secretario general de Obras Públicas (1999-2003), donde fue cla­ve para cumplir la promesa electoral del PSOE de poner 12.000 VPO en el merca­do. Desde 1988 hasta 1993 fue jefe del Ser­vicio de Cultura de la DPH y puso en mar­cha entre otros festivales el de Pirineos Sur. Licenciado en Filosofía y Letras, pro­fesor de la Universidad de Zaragoza y fun­cionario de Administración Local.

A pesar de su situación de privilegio en el poder económico e institucional, Escó nunca ha querido tener cargos públicos de primer nivel ni cargos orgánicos en el PSOE aragonés y federal. Tal vez por 'eso, junto a una lealtad a prueba de todo hacia el presidente Iglesias y a su círculo más ín­timo, su situación es más sólida de lo que sus enemigos piensan.


El reparto de papeles en ese grupo está perfectamente coordinado y ninguno se salta las normas. Escó es un buen ejemplo, por más que sus adversarios, numerosos como corresponde a alguien de su estatus, lleven años tratando de encontrar un hue­co por donde atacarle.

Del viceconsejero de Obras Públicas se dicen muchas cosas a favor y en contra, pe­ro ni sus amigos ni sus adversarios le nie­gan su inteligencia, saber estar, ironía y prudencia para cumplir a la perfección el papel que le ha dado Iglesias. Por eso, él no toma decisiones. Otra cuestión aparte es que sus informes sean decisivos, pero encaja que eso sea así para alguien que ha logrado sacar adelante proyectos comple­jos y debe definir el desarrollo del corre­dor Zaragoza-Huesca. Uno de los planes prioritarios para Iglesias. Y la clave para sacarlo adelante tiene un nombre propio: Carlos Escó.

En cualquier caso, la DGA no la preside quien creíamos.

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