miércoles, abril 09, 2008

Extremaunción

Aún en los últimos momentos, el hombre se aferra a la vida. Y cuando fallan ya todas las fuerzas, aún queda la palabra.

Estas anécdotas me las han contado como verídicas y al parecer tuvieron lugar en dos pueblecitos de la montaña aragonesa, hace ya muchos años.

En uno de ellos, el cura, con su estola y en medio del recogimiento de la familia, administra la extremaunción, lo que ahora se conoce como unción de los enfermos, a un anciano comatoso, que con la tez cerúlea y los rasgos afilados, respira débilmente. Hace frío en la habitación, y a pesar de estar en la cama, al hombre le han puesto la boina para protegerle la cabeza.

El cura sigue fielmente el ritual: le unge la boca, los ojos, los oídos, las manos, los pies y va recitando con voz queda todo el texto: “Per esta Sancta Uncione…”. Pero lo interesante llega cuando recita esa parte especialmente tétrica: “sal alma, sal de este cuerpo. Déjale frío y sin vida”. Cabe pensar que el sacramento está pensado para gente que no conserva el sentido, porque no rebosa de sensibilidad para el enfermo, precisamente, al que le supone deseoso de partir de este mundo; lo que no siempre es cierto. Y no lo era en este caso. “Sal alma, sal de este cuerpo”, dice el cura. Y el viejo que parecía muerto, o a punto, abre un ojo y con voz débil pero perfectamente audible, dice: “No salgas, no, que me joderás”. Allí acabó la extremaunción, entre las carcajadas de los asistentes, incluido el cura.

En otro pueblecito y después de administrar los sacramentos a una anciana que se encontraba también al borde de la muerte, el sacerdote, campechano y rebosante de sensibilidad, coge la huesuda y débil mano de la mujer entre las suyas y con un optimismo quizás impropio, que con toda evidencia la mujer no comparte, le dice: “Anímese, abuela, que esta noche cenará con el Señor”. “Ay, mosen”, contesta ella, “si querese ir usté por yo”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto es humor aragonés 100% y no lo de Marianico el Corto.

Un saludo


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