martes, diciembre 30, 2008

Corrupción

En el Heraldo de Aragón de ayer, día 29 de diciembre, aparecía el artículo que adjunto:

Gestión Pública y transparencia
José Luis Moreu Ballonga, catedrático de Derecho Civil.

Las dos últimas legisla­turas han acentuado la tendencia de la política aragonesa a actuar con gran opacidad en lo re­lativo a asesores externos y gestión y contratos de empresas públicas. Junto a las indudables luces, ha ha­bido esta sombra permanente.

Recordemos. En octubre de 2002 se supo que se había elevado el gasto para personal de confian­za de 1 millón de euros en 1999 a 2,7 millones de euros en 2002. Y todo ello a pesar de que se habían gastado entonces, en los años 2000 y 200l, más de 10 millones de eu­ros en asesorías externas. La ma­yoría de los contratos se habían realizado por adjudicación directa y sin publicidad. El 18 de octubre de 2002, las Cortes aragonesas, co­mo eco de duras críticas de la pren­sa, reprobaron la política de con­tratación pública del Ejecutivo PSOE-PAR

En marzo de 2003, las Cortes im­pusieron en la Ley del Presidente una incompatibilidad a los miem­bros de la Comisión Jurídica Ase­sora, para que no fueran contrata­bles por el Gobierno. Se buscaba impedir que una misma persona pudiera estar diciendo al Gobierno lo que tenía que hacer y dictami­nando, a la vez, los límites legales de lo que podía llegar a hacer. En febrero de 2004, surgió polémica sobre las personas llamadas a re­dactar las Bases de la Política del Agua. En diciembre de 2006, hubo nueva polémica en tomo a las em­presas públicas Coana, Suelo y Vivienda y PlaZa.

En enero de 2007, se supo que el PP, la CHA e IV habían presenta­do más de mil quejas al Gobierno durante la última legislatura por la desatención o el retraso de respuestas a solicitudes de informa­ción, quedando aún entonces mu­chísimas pendientes. Informes de 2007 y 2008 del Tribunal de Cuen­tas fueron bastante críticos con las cuentas aragonesas de 2002 y 2003. Se han ocultado los sueldos de los cargos de Expoagua y no se aplica aquí el Código de Buen Gobierno de 2005 del presidente Zapatero. El gasto en cargos de confianza ha pa­sado, desde 1999 a hoy, de 1 a 6,4 millones de euros.

Cierto que la profusión de leyes de sociedades, de protección de datos y de contratos de la Administración oscurece los límites de lo legal en esto, y que aquella goza aquí de gran discrecionalidad. Pe­ro una cosa es discrecionalidad pa­ra decidir y otra muy distinta liber­tad para ocultar lo hecho con el di­nero público a los representantes del pueblo soberano. La transparencia, incómoda para el gober­nante, protege de sospechas a él y al merecidamente contratado fren­te a los paniaguados y beneficiarios de chanchullos. La transparen­cia es un principio general aplica­ble a todas las Administraciones españolas (arts. 52, 1º Y 3-5º de le­yes 7/2007, 30/2007 y 30/1992) y es principio jurídico, aunque menos antiguo y perfilado que otros, de importancia crucial desde que es­tá de moda la 'huida' del Derecho administrativo y el uso por la Ad­ministración de técnicas de Dere­cho privado.

Conseguir una gestión pública transparente en Aragón parece hoy muy difícil. Veo insuficiente la participación, como se ofrece, de un partido opositor en los conse­jos de administración de empresas públicas, o un brumoso ente con­trolador de estas. La hoy obligato­ria Cámara de Cuentas no se ha constituido aún. La legislación es­tatal protectora de la transparen­cia (Ley 4/2007, de 3 de abril, y De­creto 1.759/2007, de 28 de diciem­bre) creo que no cubre la rica casuística caciquil que los aragone­ses venimos padeciendo. Y el Estatuto aragonés reformado por la Ley 5/2007 recoge el principio de la 'transparencia' (art. 62-3º), pero lo obstaculiza con reglas nuevas y vidriosas. El Estatuto no reconoce el derecho de los ciudadanos a so­licitar informaciones de la Admi­nistración (art.16-2º); insiste en la protección de datos personales que posea la Administración de empresas públicas o privadas que colaboren con ella (art. 16-3º); y afirma oscuramente que «los po­deres públicos aragoneses velarán por el carácter y tratamiento insti­tucional de la información y datos obtenidos por ellos» (art. 31).

Nuestros políticos, fieles a su viejo estilo, se han creado un escu­do contra el principio de transparencia. El problema, que afecta a la calidad democrática y al prestigio de las instituciones, requeriría ma­yor ética y vergüenza, más lealtad al ciudadano y contribuyente, sen­tencias judiciales comprometidas, mejorar los instrumentos de con­trol ya existentes, consenso en rectificar y reformas legales autonó­micas.

¿Qué se oculta tras ese manto de espesa y deliberada opacidad? Se resume con una sola palabra: Corrupción. El autor lo dice de otra manera: “la rica casuística caciquil que venimos padeciendo”. En definitiva, una amplia y generalizada corrupción.

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4 comentarios:

Mike dijo...

CORRUPCIÓN, ocn mayúsculas.

Felz Año!

Oroel dijo...

Feliz Año, Mike:

Nos espera un año difícil. La labor de convencimiento y denuncia es ingente, pero hay que hacerla.

Yo pienso seguir.

Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Oroel te sigo casi todos los días en el Periódico de Aragon, creo que realizas una buena labor, suerte y ¡FELIZ AÑO!

Anónimo dijo...

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