sábado, octubre 24, 2009

Menos parados y menos empleo


La definición empleada en toda la Unión Europea (Reglamento 1897/200) para armonizar las estadísticas sobre la población activa en la Comunidad está basada en la adoptada por la Organización Internacional del Trabajo.

De acuerdo con las normas aprobadas por la OIT en las decimotercera y decimocuarta Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo (CIET) a efectos del muestreo sobre población activa en la Comunidad, son desempleados las personas con edades comprendidas entre los 15 y los 74 años que se hallen:

a) sin trabajo durante la semana de referencia, es decir, que no dispongan de un empleo por cuenta ajena o de un empleo por cuenta propia (durante al menos una hora);

b) disponibles para trabajar, es decir, disponibles para iniciar una actividad por cuenta ajena o por cuenta propia dentro del plazo de las dos semanas siguientes a la semana de referencia;

c) en busca de trabajo activa, es decir, que hayan tomado medidas concretas para buscar un empleo por cuenta ajena o un empleo por cuenta propia en un período de cuatro semanas que se termine al final de la semana de referencia, o que hayan encontrado trabajo y empiecen a trabajar en un período de tres meses como máximo.


Básicamente es esa la definición que emplea la
Encuesta de Población Activa, que se considera el mejor indicador en España de la evolución del empleo y desempleo.

La diferencia entre EPA y paro registrado

¿Son fiables las cifras del paro?

Ayer se conoció la
Encuesta de Población Activa del tercer trimestre de 2009 con dos datos significativos:

- El número de ocupados desciende en 74.800 personas hasta situarse en 18.870.200.

- El número de parados desciende en 14.100 personas hasta situarse en 4.123.300.

En total, en los últimos 12 meses el paro ha aumentado en 1.524.600 personas.

Como consecuencia de esa disminución del número de ocupados y a pesar de descender en números absolutos el número de parados, la tasa de paro aumenta una centésima en el tercer trimestre del año y se sitúa en el 17,93% de la población activa.

No es una buena noticia a pesar de que se rompe la tendencia creciente del paro desde 2007. Y no lo es porque (1) las cifras de disminución del paro son muy pequeñas, (2) al mismo tiempo ha disminuido la ocupación, (3) es un periodo en el que hay un aumento temporal de la contratación (recolección agrícola y temporada turística), (4) el número de hogares con todos sus miembros en el paro sigue creciendo (son ya 1.136.500 hogares) y (5) ha coincidido con la puesta en marcha de ese plan de incentivo y creación artificial de empleo que es el
Plan E, cuyos resultados, por lo que se ve, han sido muy mediocres y con un coste seguramente desproporcionadamente alto. Tanto es así que ningún miembro del Gobierno se ha felicitado por esta levísima recuperación, sabiendo como saben que es ficticia, inducida artificialmente con un coste altísimo y de alcance muy temporal. De hecho, ya han alertado que en el último trimestre, éste en el que estamos, las cifras repuntarán de nuevo. No se esperan buenos datos.

Que siga descendiendo el número de ocupados es un indicador bastante fiable del deterioro de nuestra economía, que continúa, en contraste con los repuntes de
Alemania y Francia o con el espectacular crecimiento de China, que apenas se ha ralentizado un año. De hecho, durante la primera mitad de este año 2009, China ha registrado un crecimiento superior al 7%. Habrá que analizar por qué esa crisis mundial a la que José Luis Rodríguez culpaba de la recesión española nos está afectando más a nosotros, y especialmente a nosotros. Pero eso será objeto de otro artículo.

La ampliación, de momento, de los fondos destinados a los Ayuntamientos para políticas de empleo no hacen sino perseverar en el error que ha supuesto el Plan E. En lugar de abordar gastos inútiles e innecesarios, sería preferible que los ayuntamientos pagaran sus deudas a los proveedores, y que todas las administraciones, empezando por el Gobierno, redujeran gastos y aligeraran su estructura, claramente sobredimensionada. ¿Una reducción de ministerios inútiles? ¿Una reconsideración de las comarcas aragonesas, del número de asesores o de entes de derecho público sin utilidad ni sentido? Ni pensarlo. ¿Reformas laborales? Ni hablar de ello.

La única receta: más subsidios y empleo artificial, y además subiendo los impuestos para poder financiarla (insuficientemente, como es notorio) Pero ¿cuánto más se puede mantener esta política? ¿Hasta dónde podemos seguir endeudándonos?
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1 comentario:

Anónimo dijo...

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