miércoles, julio 21, 2010

¡Qué discurso!

Leía el otro día a Pedro J. Ramírez que el discurso de Rajoy en el último debate sobre el Estado de la Nación había sido posiblemente la mejor pieza oratoria de los últimos treinta años de parlamentarismo en España. Posiblemente tenga razón.

Pero sin embargo, no ganó, dicen, el debate. Aunque quizás tampoco importe ganarlo o perderlo.

Ya dejé dicho hace tiempo que en la época en que vivimos es más importante saber hacer buenos titulares que buenos discursos. Ni siquiera los titulares, en esta nación de ciudadanos desinformados y pasotas, los leen muchas personas. Pero en todo caso los leen más que los discursos.

Es por eso que les quiero facilitar la ocasión de leer ese discurso. Sé que entre mis pocos lectores no hay ni desinformados ni pasotas. No se aburrirán.


En cualquier caso, la situación política está bloqueada, salvo que las municipales y autonómicas del año que viene sean una debacle para el PSOE que provoque una rebelión de parados y agraviados sobrevenidos en sus filas, que una vez recuperada su independencia económica se atrevan a hablar en voz alta, pues nada tendrán ya que perder.


¿Debería haber entrado Rajoy más a fondo en el debate sobre la sentencia del Tribunal Constitucional y sus consecuencias? Desde mi punto de vista, sí. Ese es hoy un problema tan grave o más que la situación económica.

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