sábado, julio 17, 2010

Vuelvo de vacaciones

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Y vuelvo espantado por todo lo que ha pasado en estos días.

Habrá que hablar de ello.

1.- La sentencia del Tribunal Constitucional y los votos discrepantes de cuatro magistrados, que me parecen más sólidos y mejor argumentados que la propia sentencia.

2.- La reacción del nacionalismo catalán, en el que incluyo al PSC. El socialismo español, si es que tal cosa existe, ha dejado de tener presencia en Cataluña.

3.- Acabo de oír en la tele que la Vanguardia publica mañana, domingo, una encuesta en donde la opción independentista por primera vez resulta ser mayoritaria en Cataluña. Otro éxito de Rodríguez, el que presume de estar articulando España.

4.- La manifestación independentista catalana y la celebración en Cataluña del triunfo español en el Mundial de fútbol.

5.- El debate sobre el estado de la Nación.

6.- El anuncio de Rodríguez de que, de una forma u otra, piensa eludir el cumplimiento de la sentencia del Tribunal Constitucional.

7.- La crisis, que es el escenario oscuro, opresivo y amenazador donde se desarrolla el drama que este personajillo patético ha desencadenado, y que empezará a descargar su furia a partir del mes de septiembre. Se avecina, no un invierno, sino varios, muy, muy duros.

8.- La huelga general convocada para septiembre.

9.- Las elecciones autonómicas y municipales del año que viene, y cuya precampaña empieza después del verano, que acabarán convertidas en unas primarias, si Zapatero, agobiado por las encuestas, la crisis y los problemas no las hace coincidir con las generales por simple responsabilidad y ahorro.

10.- Si Rodríguez no convoca elecciones anticipadas, las autonómicas y municipales deberían suponer un castigo de tal entidad al PSOE, que sus propios correligionarios forzaran su dimisión, arrastrados al paro y la oposición.

Cuando en 1982 UCD pasó de 168 escaños a sólo 11, no había hecho ni la centésima parte de los méritos que ha hecho ahora el PSOE para recibir ese castigo.
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4 comentarios:

Alejandro dijo...

En cuanto a lo del nacionalismo, yo creo que hay que hacer una "segunda transición" que cierre de una vez por todas este proceso absurdo.

Que se reunan todos los partidos y que pongan las cartas sobre la mesa: Los que quieren la independencia que lo digan claramente y que concreten en qué términos, los que "se sienten nación" que nos expliquen de una puñetera vez que significa exactamente eso y, sobre todo, según ellos, como se debe concretar JURIDICAMENTE ese "sentimiento" (porque esto de gobernar continuamente a golpe de sentimientos y sensibilidades huele más que a chamusquina)

Que se hable todo eso y que se negocie, y que se cree un modelo de Estado cerrado de una puñetera vez que nos permita seguir avanzando.

Y si alguien se tiene que ir, que se vaya de una vez y que asuma las consecuencias. Y los que no se vayan, que se comprometan a respetar ese nuevo modelo.

En cuanto a este modelo yo desde luego soy partidario, por un básico principio de igualdad, que lo que se conceda a una Región, se les conceda a todas. No entiendo que el "sentirse" diferente sea motivo de privilegios o diferenciaciones.

(Yo hace tiempo que me "siento" millonario, alto y guapo y el Estado no ha tomado ninguna medida para satisfacer mis legítimas aspiraciones.)

¿Se podría lograr un acuerdo así? Con la altura de los politiquillos que nos han tocado, lo dudo, pero me parece fundamental para que este pais (o lo que sea) vaya a alguna parte.

helio dijo...

Oroel, biembenido, asumo en gran parte tu comentario, pero me temo, que tendremos que aguantar lo que tenemos hasta 2012.
Por otra parte, creo que ha sido un error grandisimo, entregar la mayoría de las competencias del estado a las comunidades, en muchos casos duplicando competencias y gastos, llegados a este punto, dificilmente puede haber marcha atras, en mi opinion España como nación está desecha, aunque deseo equivocarme.

Oroel dijo...

Querido Alejandro:

Creo que era Ángel Garcés Sanagustín en un artículo reciente quien nos recordaba que en la Transición todos renunciaron a algo. La derecha renunció a mantener el poder, pudiéndolo haber mantenido apoyado en los poderes fácticos de la época; el socialismo renunció al marxismo y el comunismo aceptó la monarquía y la bandera, renunciando al republicanismo que le era o parecía consustancial. Todos renunciaron, menos los nacionalistas. Y a lo largo de estos últimos treinta años nunca han renunciado a nada: en todo caso han aplazado sus demandas, pero las han reiterado siempre, una vez tras otra, consiguiendo siempre que fuéramos los demás, los que creemos que la Nación es un concepto solidario, o un ámbito de solidaridad de ciudadanos libres e iguales ante la Ley, con los mismos derechos y deberes, los que hiciéramos sucesivas renuncias.

Creo que a estas alturas debiera empezar a exigírseles alguna renuncia, porque creo conveniente, entre otras cosas, una razonable, conveniente y benéfica reversión de las cosas a sus límites normales, que no son otros que los de esa igualdad de todos los ciudadanos. Y no digo pedírseles, sino exigírseles, porque no es posible que las minorías lleven treinta años imponiendo sus criterios a las mayorías. Respeto de las minorías, sí, porque esa es una exigencia democrática; pero gobierno de la mayoría.

La forma es fácil: cada nueva negociación se empieza desde cero, planteando cada parte sus demandas, deseos y aspiraciones. No vale ya empezar cada nueva negociación desde la plataforma de las últimas concesiones obtenidas. Vamos a renegociar también esas últimas concesiones. Y las penúltimas. Los nacionalistas aspiran siempre a subir cada nuevo escalón, y sólo esperan el momento oportuno para hacerlo. Deben empezar a saber que los escalones pueden bajarse. Y resultaría justo que los bajaran, porque han alcanzado una altura que no sólo es inconveniente e insolidaria para los demás, sino injusta.

Leo que Bono en el último Comité Federal del PSOE dejó dicho que se siente más cerca de las “posiciones solidarias” que de las “posiciones identitarias”. Nunca he creído, y más desde que conozco el patrimonio y estatus económico de Bono, que éste sea socialista, pero desde luego he de reconocer que sus palabras son mucho más coherentes con ese ideario que las que dice y practica Zapatero, a quien, como mucho, sólo cabe considerarle “progre”. O pseudoprogre, mejor.

Oroel dijo...

Apreciado Helio:

Leo en el Mundo de hoy: “Alarma entre los barones por la sumisión de Zapatero al PSC”. Y en el Heraldo de Aragón, “El acercamiento de Zapatero a Montilla despierta recelos entre los barones socialistas”.

Y es que creo que hay entre ellos gente mucho más inteligente que Rodríguez, que empiezan a percibir que su continuidad en los gobiernos autonómicos que todavía conservan peligra gravemente. Observa que con alguna excepción, como Aragón, allí donde ha gobernado el PSOE (Valencia: Lerma, etc, y Madrid: Tierno Galván, Juan Barranco, Joaquín Leguina...) y han perdido el poder, no lo han vuelto a recuperar. La gente, cuando los prueba, no quiere volver a repetir la experiencia.

Saben que Rodríguez, ahora mismo, los conduce al desastre. Quieren el poder y todo lo que ello conlleva: sueldo, prebendas, estatus social, colocación de familiares... pero lo quieren con cierta garantía de continuidad. Y saben que siguiendo a Rodríguez pueden olvidarse para muchos años de todo eso. Quizás les hará falta una generación para poder volver. No serán ya ellos, sino otros, dentro de muchos años.

Porque si Rodríguez se empeña en mantenerse hasta el 2012, las autonómicas y municipales del año que viene se convertirán en unas primarias, en una auténtica debacle para el PSOE. Y eso son decenas de miles de puestos de trabajo, cómodos y bien remunerados, que hoy disfruta la militancia socialista, que verá drásticamente rebajado su estatus y que en muchos casos irán directamente al paro. O como decía yo no hace mucho: “que recuperarán su independencia económica”. Serán libres de opinar y decir en voz alta lo que opinan, y ahora todavía callan. Hasta que el miedo se empiece a apoderar de ellos: ¡ay!, las encuestas. Pobre Rodríguez, ese día. Va a conocer la intensidad de la fidelidad que le profesan.


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