jueves, agosto 25, 2011

Reforma Constitucional (I)

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La Constitución española comienza su preámbulo diciendo “La Nación española (...) proclama su voluntad de:...”, y concluye esa parte preliminar: “En consecuencia, las Cortes aprueban y el pueblo español ratifica la siguiente Constitución”.

Y poco más adelante dice: “La soberanía nacional reside en el pueblo español...”

Sin embargo ahora existe la sospecha fehaciente de que la reforma constitucional que va a intentar establecer un límite al déficit público, prescripción ésta que tendría por tanto un rango superior que el que le otorgaría una ley orgánica, es una norma impuesta desde fuera, por Merkel y Sarkozy. Y el intento de aprobar esta reforma mediante su trámite parlamentario, excluyendo el trámite del referéndum, obligará -obligaría-, salvo que nos hagamos trampas al solitario, a modificar la última frase del preámbulo, puesto que habrá partes de esa Constitución no ratificadas por el pueblo español.

Ello añadirá una tacha, un tara más, a una Constitución, que como he dicho en repetidas ocasiones, acumula ya muchas (indefiniciones, inconcreciones, contradicciones, errores conceptuales graves que chocan con la esencia misma de la democracia..., además del fracasado Título VIII) y que no ha concitado -esto no es imputable a la Constitución- la imprescindible lealtad constitucional, tanto más necesaria por cuanto sus múltiples defectos la convierten en extremadamente vulnerable. Tan vulnerable es que hay muchos de sus preceptos que no se cumplen y las últimas reformas estatutarias la han desbordado y convertido en papel mojado.

¡Cómo estará de mal la cosa que a poco más de dos meses de las elecciones, en el tramo final de la legislatura, hay que acometer deprisa y corriendo una reforma constitucional de efectos más que dudosos!

Los dos partidos mayoritarios se han puesto de acuerdo, cuando hace un año Rubalcaba se mofaba del Partido Popular, cuando Rajoy formuló esta misma propuesta. Ello añade certidumbre a la teoría de la imposición externa. Y además, Rubalcaba, quien se creía hombre fuerte del partido -de hecho lo es, pero ya se ve que no disfruta de un poder absoluto, mientras el veleidoso Zapatero siga siendo presidente- ha tenido que sufrir la humillación de comerse sus palabras y será él quien tenga que negociar con su próximo rival la puesta en práctica de una medida que iba a figurar en el programa electoral del Partido Popular.

Reforma constitucional express

Hay quien sospecha -y yo soy uno de ellos- que Zapatero se está vengando de Rubalcaba. Lo ha dejado a los pies de los caballos. Lo ha humillado, le ha hundido buena parte de su discurso electoral al reconocer que era Rajoy quien tenía razón, y no Rubalcaba cuando se mofaba de Rajoy, y le ha dividido más aún al partido, en el peor momento posible, en pleno periodo preelectoral. Es difícil causar más rotos y en menos tiempo, salvo que haya una malvada e inteligente determinación. Aunque muchas veces la estupidez -y la de Zapatero está a estas alturas más que sobradamente acreditada- suple con ventaja a la determinación más malvada e inteligente. La proclamación de Rubalcaba como candidato no ha sido obra de Zapatero, sino del propio Rubalcaba. Fue este quien de hecho tomó las riendas del Gobierno en la crisis de los controladores, y yo sospecho que ya no las ha soltado desde entonces.


La pregunta estaba formulada en el contexto de la crisis de los controladores y aquellos extraños decretos de militarización primero y de declaración del estado de alarma después, alterando la secuencia lógica de los acontecimientos.

Pero esa misma pregunta -¿qué está pasando?- podría formularse ahora. Y la respuesta es obvia: Zapatero se está vengando.

Imagino que Rubalcaba arde en deseos de librarse de la molesta compañía de Zapatero, aunque sea para quedarse sólo como líder de la oposición, pero líder al fin, y aunque sea al frente de un Partido Socialista menguado, que es el futuro previsible.


Hay muchas otras cuestiones que analizar sobre la reforma constitucional:

1.- ¿Servirá de algo? ¿Bastaría con una Ley de Estabilidad Presupuestaria?

2.- Si España se ciñe a sí misma un dogal, limitando unilateralmente su soberanía económica, es obvio que limita también la autonomía de las comunidades autónomas -partes del Estado- en esa sensible cuestión. ¿Cómo reaccionarán los nacionalistas? Ya se está viendo: mal.

3.- ¿Debe someterse a referéndum esta reforma?

4.- ¿Qué pasa con el resto de reformas constitucionales pendientes y ampliamente demandadas (la prelación en la sucesión a la Corona, la reforma del Senado, el cierre del modelo autonómico (poner punto final a las transferencias) y las cesiones de soberanía a que obliga nuestra integración en Europa)?

5.- ¿Qué está pasando en el seno del PSOE?

6.- ¿Es legítimo sostener el Estado de Bienestar con el recurso a la deuda, que habrán de pagar nuestros hijos?

Hablaré de ello próximamente.
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4 comentarios:

winston dijo...

Estimado Oroel:
La insoportable levedad de nuestra infame clase política alcanza cotas que rozan el ensañamiento hacia la ciudadanía.
Lea y pásmese: http://www.libremercado.com/2011-08-26/el-estado-seguira-gozando-de-manga-ancha-para-disparar-el-deficit-publico-1276433586/

Oroel dijo...

¿Por qué estoy empezando a temer que la negociación de este acuerdo va a suponer también un desgaste para el PP cuando en principio debería suponer el triunfo de sus tesis y el reconocimiento explícito y sin paliativos del fracaso de las tesis socialistas, y especialmente de las de Rubalcaba?

Natalia Pastor dijo...

La reforma no ha sido tal si no una componenda cochambrosa y cutre que veremos si es capaz de calmar y sedar a los mercados .

La reforma consensuada entre Rajoy y Zapatero deja al parlamento la fijación del techo de deuda y de déficit, exceptúado a las "recesiones económicas" como situaciones críticas en las que se pueden rebasar esos límites.

O sea, nada.Han aprobado una norma que no sirve en absoluto para alcanzar el objetivo declarado que era limitar el déficit y el gasto público.

Pensaran que han logrado colarsela a Merkel y a los mercados modificando la Constitución con uan capa de maquillaje pero dejando que el límite del gasto lo concrete una Ley Orgánica, que cualquier Gobierno que quiera saltárselo podrá modificar con mayoría absoluta.


Coda:


Lo de Rajoy y el PP es difícil de explicar, por que no se entiende muy bien que entren a formar parte de este pasteleo cuando su objetivo era el "déficit 0".

Oroel dijo...

Apreciada Natalia:

Pensaba analizar luego con más detalle el fondo y el trasfondo de la reforma constitucional, su necesidad y su eficacia. Eso será objeto de otro artículo, espero.

Lo del PP y de Rajoy sólo se entiende desde la ingenuidad, por una parte, y desde el escaso respeto que tienen (todos, ellos, los socialistas y el resto) hacia los ciudadanos, por otra. Les ha bastado con apuntarse la victoria moral de que los socialistas hubieran de envainársela y reconocer que tenían razón, sin profundizar en lo importante, en la efectividad y necesidad de la medida, y en la claudicación indigna que ha supuesto para el Estado y para el conjunto de los españoles que hayan de ser los líderes europeos quienes nos impongan nuestras reformas constitucionales. La Constitución española ya no es la expresión de la soberanía nacional, sino de nuestra nueva condición de protectorado europeo, como ya lo fuimos, casi, en alguna otra ocasión a lo largo de la Historia.

Y no han reparado en que Rubalcaba, para vencer las reticencias de los suyos, ha desactivado la reforma, con lo que la convierte en inútil para sus tres propósitos supuestos o declarados: (1) es inútil para contener el déficit, que es su propósito declarado, (2) es inútil para aplacar los recelos de Merkel, que es un propósito supuesto y (3) será inútil para calmar a los mercados, que es su propósito obvio, y bajar por tanto nuestro diferencial de deuda y conseguir financiación más barata.

Y cuando hablo de la falta de respeto que nos tienen (todos) es porque tampoco han reparado en que los ciudadanos nos informamos, leemos, y entendemos el trasfondo de sus decisiones y sus implicaciones, tanto o mejor que ellos mismos, que no son ni especialmente inteligentes ni están especialmente formados. Se creen más listos que el resto porque disfrutan de información privilegiada... apenas veinticuatro horas antes que el resto de los ciudadanos, y no más, en cuanto las noticias salen a la prensa y son desmenuzadas con mucho más rigor que con el que ellos mismos las han analizado. Luego se sorprenden de las consecuencias no previstas, improvisan declaraciones, rectifican con lamentable y torpe astucia para que no se note demasiado...


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